RESILIENCIA
Índice de contenidos
1. Introducción
- ✓ Estrés herramienta adaptativa
- ✓ Estrés problema del siglo XXI
- ✓ ¿Qué sabes sobre el estrés?
2. Navegando la adversidad
3. Los 12 factores de la resiliencia
- ✓ Chasis
- ✓ Motor
- ✓ Ruedas
- ✓ Taller mecánico
4. Las ruedas
- ✓ Estructura mental rígida | Estructura mental flexible
- ✓ Rigidez mental vs rutinas
- ✓ ¿Qué es exactamente la zona de confort?
- ✓ ¿Qué implica salir de la zona de confort?
- ✓ Zona de miedo
- ✓ Zona de aprendizaje
- ✓ Zona de crecimiento
- ✓ Cómo favorecer la flexibilidad mental para estar más abiertos a cambios y aprendizajes
5. Chais(Contenido exclusivo del curso)
6. Motor (Contenido exclusivo del curso)
7. Taller Mecánico (Contenido exclusivo del curso)
1. Introducción
La resiliencia es la capacidad innata que tiene una persona para enfrentarse a los desafíos que presenta la vida manteniendo el equilibrio. La misma también requiere una serie de habilidades y destrezas que pueden aprenderse y potenciarse con tal fin.
Si fueras un coche: ¿Qué tipo de coche te gustaría ser? ¿uno de baja o de alta gama?
Vivimos en una sociedad de consumo, y en ocasiones le damos más importancia al tener, que al ser. Nos fijamos más en el tipo de coche que nos compramos, que en nuestras habilidades y capacidades personales.
Si te dieran a elegir, ¿qué preferirías? ¿viajar en un todoterreno, o ser un todoterreno?
Está claro que no somos un coche, pero este símil nos servirá para entender mejor los distintos aspectos que comprenden la resiliencia.
2. Navegando la adversidad
Hay todo tipo de eventos traumáticos en la vida de una persona que nos pueden hacer tambalear. Algunos de los estresores por los que podemos pasar a lo largo de la vida son:
- Abusos sexuales
- Pérdida de un ser querido
- Estar en paro de forma prolongada
- Una enfermedad
- Vivir un conflicto bélico
- Abusos psicológicos
Para entender mejor qué es la resiliencia, y antes de comenzar a profundizar en la materia, vamos a ver en un esquema general qué es lo que ocurre cuando nos enfrentamos a una situación que nos puede hacer perder el equilibrio.
- Crecimiento personal. Si somos capaces de afrontar una situación extremadamente compleja y difícil, y salimos reforzados de esa situación, no seremos las mismas personas. Es probable que en algún momento del proceso hayamos perdido el equilibrio, pero con el tiempo no solo lo habremos recuperado, sino que habremos mejorado nuestra capacidad de resiliencia para posibles estresores futuros.
- Mantener el equilibrio. Cuando nos enfrentamos a una situación no tan traumática como en el primero de los escenarios, nuestra resiliencia sigue ayudándonos a gestionar el problema. En este caso, nuestra manera de abordarlo no ha supuesto un aprendizaje personal tan significativo como en el anterior punto, pero al afrontarlo hemos tenido que mantener nuestro equilibrio.
- No mantener el equilibrio y, además, sufrir una merma en alguna de nuestras habilidades.
- El escenario más desfavorable es aquel en el que, después de una situación compleja, no conseguimos recuperar el equilibrio y, a su vez, no conseguimos ser personas funcionales. Es el escenario de personas que pasan por traumas tan severos que no son capaces de recuperarse de ellos, y que a partir de ese momento tienen alguna disfuncionalidad que antes no poseían.
3. Los 12 factores de la resiliencia
Como indicábamos en la introducción, vamos a recurrir al símil del coche para hablar de la resiliencia.
CHASIS
Todas las partes de un coche son importantes, pero el chasis o a la carrocería es la base y armazón de todo lo que viene después. La resiliencia se basa en cómo percibimos la realidad y nuestra capacidad de autocontrol, factores que por su importancia hemos equiparado al chasis de un coche.
MOTOR
El motor es aquello que nos da impulso, que nos da energía para seguir adelante. Los factores que hemos equiparado al motor son la esperanza; el optimismo realista; la positividad constructiva; y el locus de control interno, que es la creencia que una persona tiene sobre su influencia en los acontecimientos de su vida futura.
Todos estos elementos nos aportan la motivación para perseverar y persistir en nuestras metas personales o profesionales. Nos hacen seguir adelante a pesar de las circunstancias.
RUEDAS
Los factores que hemos equiparado a este componente son la curiosidad; estar abiertos al cambio; y estar abiertos al aprendizaje. Estos son los factores que nos hacen seguir creciendo y seguir aprendiendo. Sobre todo, son los factores que ante circunstancias de cambio nos hacen adaptarnos mejor y más rápido, sin oponer resistencia.
TALLER MECÁNICO
Nos referimos al cuidado y mantenimiento personal. En este campo hemos incluido tres factores fundamentales para hacer una persona resiliente: el autocuidado; la red social; y las técnicas de control de estrés.
4. Las ruedas
Los tres factores que nos impulsan son:
- La curiosidad
- Estar abiertos al cambio
- Estar abiertos al aprendizaje
Estos tres factores son las caras de un mismo prisma. La persona que es curiosa está abierta al cambio y al aprendizaje. La persona que está abierta al cambio también lo está al aprendizaje, aspecto relacionado con la curiosidad. La persona inclinada al aprendizaje es alguien que muestra curiosidad y no se opone al cambio y es curiosa.
A su vez, llevados al extremo estos tres factores nos pueden distraer constantemente, e impedirnos centrar nuestra atención en un objetivo concreto. La curiosidad excesiva, el querer saberlo todo y el cambiar constantemente, sin dejar que nada arraigue y se asiente, puede perjudicarnos en nuestro camino a la hora de ser más resilientes. Al igual que pasa con los neumáticos, un mal reglaje puede afectar a la adherencia en la vía que conduce a nuestros objetivos.
Las situaciones de cambio suelen requerir nuevas habilidades, nuevos planteamientos, o nuevas direcciones. Necesitamos tener nuestros “neumáticos” a punto si queremos asegurarnos una óptima respuesta a las dificultades del camino.
Estructura mental rígida | Estructura mental flexible
Mentes Rígidas
- Dogmatismo
- Prejuicio
- Autoritarismo
- Normatividad
Mentes Flexibles
- Imparcialidad
- Análisis crítico
- Humor
- Pluralismo
Ya sabemos que el cerebro es neuroplástico, pero también sabemos que es un músculo. Si no se entrena, al igual que cualquier otro músculo del cuerpo, le costará más estar ágil. Creamos nuevo tejido neuronal, es decir, nuevas conexiones neuronales, e incluso neuronas (en menor proporción), si estimulamos el cerebro.
Cuando más visible se hace el impacto de esta estimulación es durante los primeros años de vida. La manera de actuar y percibir el mundo de niños que han sido estimulados en ambientes de afecto y cariño dista mucho de aquellos que han crecido sin estas premisas. Por lo general, estos últimos obtienen peores resultados en habilidades intelectuales, tienen mayor dificultad para integrarse en la sociedad, manejan peor sus emociones, y tienen un deficiente autocontrol.
En la etapa adulta, la repercusión de la falta de estimulación es más sutil. Sobre todo, se demuestra en la rigidez de nuestras estructuras mentales, lo que se traduce a su vez en rechazo sistemático al cambio, a los retos, a las nuevas ideas, e incluso a diferentes maneras de estar en el mundo.
Volviendo al símil del coche, no es lo mismo tener un mecanismo a punto que nos hace girar el volante y las ruedas con facilidad, que tenerlo oxidado y que nos cueste mover la dirección y no podamos cambiar de ruta. El cerebro funciona exactamente igual.
Cuanto más defendemos irreflexivamente una postura y nos enconamos en ella de manera acrítica, sin ser capaces de ver lo que está alrededor, ni de empatizar con otras personas e intentar ver otros ángulos del mismo tema, más rígida y menos resiliente hacemos a la mente.
Rigidez mental vs rutinas
No debemos confundir rigidez mental con rutinas. Al ser humano las rutinas le sientan muy bien, y mantener unas pautas y una estructura también es bueno para el cerebro. Tener rutinas de sueño, de comida, de higiene, incluso de actividades es muy beneficioso, y no tiene por qué estar relacionado con la rigidez mental.
Por otro lado, no es lo mismo que tu vida sea una rutina, a que tu vida tenga ciertas rutinas. Tener rutinas juega a favor de nuestro reloj biológico, pero llevar una vida rutinaria favorecería la rigidez mental.
¿Qué es exactamente la zona de confort?
A menudo escuchamos que es importante salir de nuestra zona de confort. La zona de confort es el lugar donde nos encontramos cuando sentimos seguridad y control sobre las circunstancias que nos rodean, porque nos son conocidas y porque nos manejamos bien en ellas. No estamos aprendiendo nada nuevo. Estamos repitiendo esquemas que ya conocemos, vemos a las mismas personas, realizamos el mismo trabajo, etcétera. En la zona de confort, la mayor parte de las tareas la realizamos de forma semiautomática precisamente por este motivo. Por así decirlo, nuestro coche rueda por un circuíto del que conocemos exactamante cada tramo, cada curva, cada elemento.
¿Qué implica salir de la zona de confort?
Salir de la zona de confort implica dejar durante un tiempo esa sensación de seguridad y control sistemático sobre cuanto nos rodea, es dirigir nuestro vehículo fuera de la pista cerrada y conducir por otras carreteras.
Las personas se enfrentan de formas distintas ante la perspectiva de salir de su zona de confort. Vamos a verlo con un ejemplo:
Hoy en día, debido al cambio vertiginoso en el que estamos inmersos con la tecnología, es muy difícil que vayamos a hacer exactamente el mismo trabajo durante toda nuestra carrera profesional. Incluso permaneciendo en la misma empresa es más que probable que nuestro trabajo vaya a ser distinto. Puede haber una reestructuración en nuestro puesto laboral, y la empresa nos puede pedir que desempeñemos otras funciones, e incluso otro puesto dentro de la propia empresa, porque las organizaciones, al igual que las personas, también se adaptan a los nuevos tiempos.
Salir de la zona de confort a regañadientes, de manera involuntaria, debido a que las circunstancias así lo exigen, generalmente hace que quienes sientan tal situación de manera frontalmente negativa entren en una zona que podemos denominar de miedo. En ella se experimenta una falta de autoconfianza, y se presenta resistencia al cambio por la falta de costumbre, endémica de disposiciones nada habituadas a interaccionar con contextos dinámicos que requieren flexibilidad en las respuestas.
Zona de miedo
Las personas que se inclinan, por costumbre, a un marco referencial de actuación rígidamente estipulado de antemano pueden pasar por momentos de mucho estrés, presión y malestar general, con repercusión negativa en su confianza y estima, si carecen de los recursos adecuados y de las estrategias oportunas que permitan su adaptación exitosa al nuevo contexto. Continuando con nuestro símil, a quien solo ha conducido por un trazado determinado, cualquier variación en su ruta habitual pude suponer una situación de exacerbada tensión que socave la capacidad de respuesta, lo que, en su caso más extremo, puede llevar a detener permanentemente el vehículo en la cuneta de la insatisfacción, el malestar, la incapacidad y la desmotivación.
En cambio, salir del circuito cerrado, lejos de ser una experiencia frustrante, puede proporcionar una enriquecedora oportunidad de mejorar nuestras habilidades, empezando por destensar la renuencia a salir de nuestra zona de confort. Esta actitud contribuye a mitigar el miedo que mencionábamos antes.
Por supuesto, no hay que perder de vista la posibilidad de que no siempre se obtenga el resultado esperado una vez que hallamos salido de nuestra zona de confort. Esto lo saben bien muchas personas emprendedoras. Si se desalentaran ante la primera adversidad jamás lograrían sus objetivos. De hecho, cada supuesto tropiezo nos permite la posibilidad de, como exhortara el premio Nobel Samuel Beckett, a fracasar mejor, lo que, con el tesón suficiente y las circunstancias adecuadas, terminará por desbrozar la senda de nuestras aspiraciones. En términos del símil al que venimos recurriendo, es posible que dispongamos de los neumáticos perfectos y de la dirección ajustada, pero estos elementos por si solos no bastarán si no contamos con un motor adecuado. El optimismo, la esperanza, el locus de control interno y la positividad siempre son claves para seguir adelante, y nos ayudan a seguir impulsándonos. Todo forma parte de un engranaje milimétricamente acoplado.
Salir de la zona de confort implica que vamos a enfrentarnos a lo desconocido. Pero esto no tiene por qué hacerse sin una estructura, es más, mantener nuestras rutinas más importantes nos puede ayudar a la hora de enfrentarnos a ese cambio y salto al vacío.
Si tenemos una dinámica de trabajo establecida (como, por ejemplo, revisar correos y notificaciones x veces al día, reservarnos ciertas horas en las que hay menos llamadas de teléfono para desarrollar el grueso de nuestra tarea, etc.) esto nos servirá de base para adaptarnos al nuevo puesto en cuestión (aunque tengamos que aprender, digamos, una nueva interfaz, o una nueva aplicación, o un nuevo programa, no todo es desconocido, y eso nos permite rebajar la presión de aprender y adaptarse a algo nuevo).
Hemos visto cómo reaccionaría una persona con una mente rígida, ¿cómo lo haría otra con la mente flexible?
Las personas que tienen una mente más flexible son capaces de reflexionar sobre los motivos y los porqués de ese nuevo puesto laboral, o de esa nueva reestructuración. Tomarán esta circunstancia como un reto profesional más en su carrera. No tienen por qué aumentar los niveles de estrés, pero si pueden aumentar la sensación de nerviosismo lógica cuando nos enfrentamos a un nuevo trabajo que no estamos acostumbrados a realizar. Estas personas puede que transiten la zona de miedo muy brevemente, o incluso puede que ni siquiera la transiten y pasan directamente a la zona de aprendizaje.
Zona de aprendizaje
La zona de aprendizaje se caracteriza por ser una zona en la que adquirimos nuevas habilidades, lo que nos permite también contemplar nuevas oportunidades para nuestra vida. Al adquirir nuevas competencias, mejora nuestro autoconocimiento y nuestra autoconfianza, algo que es fundamental para mejorar nuestras habilidades de resiliencia.
Zona de crecimiento
Solo cuando salimos de la zona de confort podemos llegar a la zona de crecimiento personal que, según la psicología positiva, es donde alcanzamos los mayores niveles de felicidad. No es frecuente llegar a la zona de crecimiento la primera vez que salimos de la zona de confort. Las metas significativas en nuestra vida son, por regla general, difíciles de alcanzar, y es normal que requieran varios ciclos de aprendizaje previos.
¿Para qué sirve salir de la zona de confort y qué relación tiene con la sección que estamos viendo?
Como ya hemos visto, la curiosidad, estar abiertos al aprendizaje y estar abiertos al cambio son los factores de la resiliencia que nos impulsan y que nos llevan hacia un objetivo y una meta. Como la vida no es estática, y como en la vida hay cambios, para ser resilientes tenemos que ser capaces de adaptarnos a esos cambios.
Si nos quedamos siempre en la zona de seguridad y confort no vamos a ser capaces de adaptarnos a los nuevos cambios que están sucediendo a nuestro alrededor. La única manera de ser resilientes es que en determinadas ocasiones no tengamos miedo a salir de la zona de confort (adquirir nuevas habilidades y conocimientos) para volver otra vez a ella durante un tiempo.
Además de los cambios de nuestro entorno, también están nuestros propios sueños, deseos y anhelos que queremos ver cumplidos. Si somos personas que no nos rendimos fácilmente y que tenemos un sueño concreto que queremos realizar, con casi toda probabilidad ese recorrido lo tendremos que hacer saliendo de la zona de confort una y otra vez hasta conseguirlo.
Hay personas que tienen sueños, pero no tienen el impulso para llegar a ellos y se quedan por el camino. Y hay personas que no tienen miedo a dar ese paso y terminan consiguiéndolo. Esa es la diferencia entre las personas que consiguen llegar a una zona de crecimiento personal y las que no lo consiguen: La capacidad de salir de la zona de confort una y otra vez, sorteando la zona de miedo hasta ver cumplido su objetivo.
Lo más sensato es alternar fases de estabilidad en la zona de confort, con fases en las que salimos de ella. Cuando salimos lo hacemos para adquirir nuevas herramientas, nuevas habilidades o nuevas destrezas que nos permitan seguir evolucionando como personas y adaptarnos a los cambios del entorno. Cuando nos quedamos en una zona de confort lo hacemos para poder relajarnos y disfrutar con lo que hemos conseguido. Combinar estas dos fases es la mejor manera de ir adaptándonos paulatinamente a los cambios inherentes de la vida.
Ejercicios
No os vamos a descubrir nada nuevo si os decimos que, para mantener una mente flexible y ágil, ser curiosos, estar abiertos al cambio y al aprendizaje tenemos que acostumbrarnos a hacer cosas diferentes y nuevas en nuestra vida. Aquí hemos escogido una selección de las más importantes.
Tocar un instrumento, aprender un idioma, aprender una habilidad que no conocíamos, todo eso no solo nos hace tener la mente más flexible, sino que, además, previene el deterioro cognitivo y es de ayuda frente a enfermedades como el Alzheimer.
Cómo favorecer la flexibilidad mental para estar más abiertos a cambios y aprendizajes
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- No dejar de mirar la vida con ojos de niño o niña.
- No dejar de maravillarnos por las cosas que nos suceden alrededor
- No dejar de sorprendernos
- Imaginar, fantasear y poner en práctica otras formas de hacer las cosas cotidianas y otros modelos de concebir nuestra propia existencia e
- incluso la sociedad
- Aprender otro idioma
- Aprender a tocar un instrumento
- Aprender a utilizar una aplicación tecnológica
- Realizar una actividad que nunca habíamos hecho antes
- Conocer nuevas personas e intentar crear un vínculo con ellas
- Leer
- Organizar un viaje
- Vivir en otro país y adaptarnos a sus costumbres
- Cambiar de trabajo o de trayectoria profesional una vez en la vida
- Ser madre o padre
- Implicarse en una ONG
- Escribir un diario o un blog
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